martes, 22 de marzo de 2011

Semana de la Memoria: Los dinosaurios




Siempre me pregunté porqué los chicos tenían tanta atracción con los dinosaurios. Igual, jamás me puse a investigar el tema porque no estoy para perder el tiempo en semejante pelotudés. Tengo cosas más importantes que hacer y que me llevan mucho tiempo: leer todo el Olé, el Triki triki, el Caño, la Chancha Llena y la Pelota no dobla, además de clavarme una pájaras con las páginas webs de amateurs.
El asunto es que el sábado viajaba en el subte y unos pibitos de cinco años andaban con unos libros de dinosaurios, y competían a ver quién sabía más nombres de dinosaurios. Para colmo como son estúpidos y no tienen desarrollado el sistema fonético, pronuncian para el traste, “ed tidanotaurio dex era el máz drande de todoz”, “zí, pedo el vedozidáptod le ganaba a la todtuga”, “mi papá me dijo que ed primed dinotáudio zalió del agua y ze vino drande drande y ze comía todoz loz poposáudioz, que zon loz edmanoz de loz cocodiloz”, “callate, mi papá dize que no ze mudiedon y todoz loz domingoz vamoza ved a mi abueda a un lugad que ez como un tolóquico de dinotaídiosz. ¡Qué pendejos insoportables! Para colmo, escupen cuando hablan. Yo iba parado en el subte, imagínense un sábado tipo 4 de la tarde que van todos al Abasto, al cine o al museo de los pingos, o a los fichines; el subte explotaba, yo a los pibes los tenía bien en frente y cuando me empujaban de atrás,rozaba el bulto con la boca de uno de los pibes. Cada vez que me iba para adelante, pensaba “tomá, pendejo, callate la boca con ésta que tiene más de 20.000 años y no la puse nunca”.
¿Cuál es la gracia de memorizar esos nombres absurdos de bichos que ya murieron? Es lo mismo que leer los diarios, es efímero, porque terminás el diario del lunes y ya el martes sale otro con otras noticias. En cambio, cuando uno lee un libro, lee una historia y queda ahí, la historia no avanza, no hay tiempo para los libros, ojo, no hay tiempo en el sentido de que no le pasa el tiempo al relato, porque también se puede interpretar que uno hace tantas cosas que no tiene tiempo para leer. Me fui por las ramas como tití por tirante. Decía, hay actividades que uno practica y son al pedo, como leer el diario todos los días sabiendo que al día siguiente, ese diario del lunes está envolviendo huevos o cubriendo el fondo del tacho de basura. Y la práctica de memorizar los nombres de esos bichos no tiene nada de gracioso en nenes de cinco años. Claro, pero los padres van calladitos, con la frente para arriba mirando a ver quién se ríe de Carlitos, qué ternura de criatura tan chiquito y cómo habla, sí es un personaje, está enloquecido con los dinosaurios y yo lo veo, cómo aprende y digo qué desperdicio, lo tengo que llevar de Susana al imbatible, sí, sí los chicos ahora vienen más rápidos. Sí, vieja pelotuda, antes tardaban más porque viajaban en cigüeña, ahora te los sacan por cesárea y sanseacabó, tenés un pibe hecho, calentito como pan casero.
En el fondo creo que yo también tengo algo de niño porque me gusta memorizar las formaciones de todos los equipos, desde el 45 hasta el momento y, seamos sinceros, nada más al pedo que saber los nombres de once idiotas que lo único que saben hacer es patear la pelota, construir solamente dos frases para calificar una jugada, y encima ganan más que Kristina (creo…)
Conclusión: nos enseñan a memorizar cosas inútiles, pero cuando hay que hacer memoria, somos todos amnésicos.



(©Material registrado en D.N.D.A.)

3 comentarios:

  1. Muy buena reflexión. ¡Tremendo final! Me desilusionó un poco que haya quedado a medias la fellatio del púber. Pero ¡ánimo! si seguís así vamos a hacer cola para cupártela.

    ResponderEliminar
  2. Iba a poner algo interesantísimo, pero me lo olvidé...

    EmilCE

    ResponderEliminar
  3. te has puesto muy muy profundo,che... eso gusta, y da miedo... pero tené cuidado, si no llevas el snorkel (o como catso se escriba)te podes ahogar...

    ResponderEliminar