Hoy ando en busca de quien me explique si verdaderamente uno es arquitecto de su propio destino. Ni por asomo sospecho la semántica de la frase, y entro necesariamente en una lectura que va más allá de un simple enunciado; así todo me empuja a un gnosso intre lignea.
La presencia de Dédalo sinceramente me lleva a pensar que la imbecilidad es un tema serio entre los jóvenes de hoy, que echan cimientos en terrenos ambiguos, como ser la música pop, el celu con pantalla LSD, los peinados de vanguardia, y títulos de propiedad sobre los placeres bucólicos, como ser: la leche tibia, el queso de enano y la miel de mípalo. ¿Cuál es el futuro de esos niños ignotos de material didácticos que les sugiera el mejor camino para alcanzar el éxito? Porque hoy publican sus estados de ñusherci y shorsha en la red social béizbuk, y mañana aparecen dirigiendo una agencia de cartoneros. ¡Acá no puede llover porque se me viene encima un tren de agua!
Entonces, decía, que la infancia sin parámetros y valores es como una casa que sirve de trampa; porque esos niños crecerán creyendo que son de buena madera y llegarán al adulterio sabiendo que perdieron el tiempo en pelotudeces. El tiempo no vuelve, el tiempo no pasa. Allí llegamos a la conclusión de que la arquitectura es un mito de la construcción, ya que uno crece según la estructura de base, me arriesgaría a decir genética, que suena a nombre de actriz dramática, “Genetica Willson”, y según estos átomos genéticos llenos de información que nos dieron nuestros padres y la televisión argentina y del mundo, crecerán pues jóvenes que se gradúan en la Járvar y jóvenes que limpian carozo de fruta en Río Negro.
Pónganse en la epidermis de un 15añero y diganmé qué carajo puede tener esa persona en la cabeza, algo, la sospecha de una luz que le discierna los razonamientos en buenos, malos, limpios, sucios, sólidos, endebles. Un chico de hoy no crece leyendo Las Aventuras del Gordyn Flon o El hombre que está solo y espera, no, estas personas que ustedes se cruzan a diario o revista por la calle, está alimentada a moda, snacks, una léidi que está gagá, bicicletas para bajar escaleras, celulares con cámara para no perderse de nada, ansiedad, padres que votan mal, y escuelas que más que centros de educación son depósitos de chicos para que no rompan las pelotas en sus casas y los dejen garchar a sus padres en paz, y así siguen haciendo más pibes que serán más arquitectos de madera. Círculo viciosos de la Caída del Imperio Humano.
Con antes dicha decía, Dédalo construyó el laberinto de Creta con la idea de hacer un salón de juegos y terminó haciendo una trampa mortal.
Los niños de hoy son arquitectos de madera balsa. Los niños de hoy son trampas mortales del futuro. ¡Mátenlos a todos!
(© Material registrado en D.N.D.A.)
JUAJUAJUA... grosso Barnie... pero màs que matarlos a los pibes, creo que deberìamos matarnos todos... y dejar este mundo vacìo de nosotros y listo para que reinen las cucarachas, quienes son autènticas, no como nosotros que cada vez nos esforzamos màs por parecernos a ellas...
ResponderEliminardiria la gran reflexologa Violencia Rivas: fumiguensèeeee, cucarachas con forma humana!!!!!